Actuamos de forma etnocéntrica cuando consideramos que nuestra cultura es superior a otras, es decir el etnocentrismo es la creencia en la superioridad de la propia cultura. Seria, por así decirlo, una especie de “narcisismo cultural”.

Todas las culturas son etnocéntricas, ya que las personas tendemos a pensar que lo propio es bueno y lo ajeno es malo, pero es necesario ser conscientes de que nuestra cultura es solo una de los miles que existen.
Podríamos decir que existen dos tipos distintos de etnocentrismo.
1. Cuando las personas inconscientemente pensamos que nuestros valores son universales. Este sería un etnocentrismo por desconocimiento.
2. Cuando las personas somos consientes de las diferencias culturales, pero consideramos que nuestra cultura es superior y más avanzada. Este sería un etnocentrismo por “supremacismo”. Este tipo de etnocentrismo se produce en casi todas las culturas, sin embargo, en occidente es acrecentado y apoyado por las ideas desarrollistas del capitalismo y por el concepto de “civilización”-.
En este último caso estaríamos ante lo que se denomina occidentalismo (desprecio de las culturas no occidentales.).
¿Por qué es necesario superar el etnocentrismo?
Superar el etnocentrismo permite comprender prácticas culturales ajenas sin cometer el error de juzgarlas con nuestros propios valores. Ser conscientes de nuestro etnocentrismo nos permite empatizar con los demás y rechazar nuestras actitudes paternalistas.
El etnocentrismo supone establecer una clasificación asimétrica de las diferentes culturas, estableciendo cuales son “mejores” y cuales “peores” a través de unos principios puramente arbitrarios y subjetivos.
Una vez establecida esta clasificación subjetiva, decimos que hay ciertas culturas “superiores” y por tanto con el “derecho” de decir sobre las “inferiores”. Es decir, el etnocentrismo anula la autonomía de las culturas ajenas y provoca que nos comportemos de manera paternalista y opresora.
Un ejemplo de etnocentrismo aplicado de forma clara son las campañas de evangelización que hasta día de hoy aun realiza la iglesia católica. No obstante, nuestro día a día está plagado de ejemplos de etnocentrismo:
- Arturo: Sabías que en la selva aún van desnudos, ¡son unos salvajes!
- Marta: ¡¿Enserio?!, en tu país celebráis la muerte con una fiesta, que raros sois.
- Luz: Bueno, al menos los españoles les dieron universidades y les llevaron la civilización.
- Javier: si es que… no me extraña, allá todavía viven en la edad de piedra.