El fascismo se sirve de la frustración de las clases medias para hacerse con el poder y dominar a todas aquellas disidencias que no encajen es su cerrado concepto de nación. Este modus operandi lo constata la historia. Los nazis, sin ir más lejos, llegaron al poder sirviéndose de la frustración y la crisis sobrevenida tras la I Guerra Mundial.

La utilización demagógica del discurso obrerista es una constante en el fascismo. Al declararse como anticomunista y antiliberal, el fascismo se presenta como un elemento revolucionario, de emancipación, como una vía alternativa a las crisis. Aunque la experiencia, ya nos demuestra quién acaba emancipándose, y quién acaba volviendo a ser dominado. Pocos años les falto a los franquistas de yugo y flecha para abrazar una economía liberal y capitalista.
El obrerismo, en el fascismo, no es un posicionamiento, sino una herramienta que se desecha en cuanto el Mussolini, el Franco, o el Salazar de turno está sentado en el sillón. A fin de evitar una revolución obrera real, con expectativas de dinamitar las dinámicas mercantilistas del capital, la burguesía apoya al fascismo para salvar su posición. Así vemos al liberalismo más castizo del PP, Isabel Díaz Ayuso, dando apoyo a nazis del Frente Atlético con un “¡Grandes!”
El obrerismo nacional, ese que es reivindicado por el fascismo, es un espejismo, una falsedad. Se trata de un discurso oportunista que se sirve y nace en tiempos de crisis, un discurso que es xenófobo y racista por definición, y dominador por resultado. ¿Qué obrerismo hay sin solidaridad, sin libertad sindical? ¿qué emancipación hay con odio, con racismo, con falsedad y con oportunismo?
En tiempos de crisis el fascismo es un virus que nace y se propaga, aunque como todo virus, mutado y camuflado. Es necesario estar alerta y poner las medidas sanitarias lo antes posible, por eso denunciamos la creación del movimiento Bastión Frontal. Una autodenominada “organización juvenil” que según sus propias publicaciones es auxiliadora de la “familias españolas necesitadas”.
Ni un solo análisis, ni un solo estudio acerca del porqué de las consecuencias sociales del Coronavirus. Ni un solo ataque a las dinámicas de mercado que provocan la vulnerabilidad de la clase obrera, solo odio, racismo, xenofobia y oportunismo. Un Hogar Social 2.0 poscovid. Frecuentes son los mensajes contra refugiados, Menas (Menores extranjeros no acompañados) y musulmanes.
Usando informaciones manipuladas (“3 de cada 4 menores detenidos son Menas” obviando que el SUP, fuente de información bastante arbitraria, también testifica que “no todos los menas cometen delitos, siendo un 15 o 20 por ciento el que delinque”) e imágenes falsas (Monumento a Colon en Madrid vandalizado con spray; falso la acción anticolonialista no pintó en monumento en ningún momento), crean odio, y animan el racismo y la xenofobia de la cual se sirve el capitalismo para legitimar la explotación del mundo no occidental.
El nacionalismo, la exaltación del pasado, la acción por la acción (es decir, la actitud autodeclarada “combativa”), la xenofobia, y el aprovechamiento de la frustración, son rasgos, todos, de este nuevo “grupo juvenil” de Bastión Frontal, al igual que son rasgos de lo que Umberto Eco, denominaba ur-fascismo. Entre sus últimas acciones, una concentración a favor de Kittenhouse, el joven de 17 años, simpatizante de Trump (es decir liberal, no obrero) que mató a 2 personas el pasado 25 de agosto en una concentración antirracista en Wisconsin.
Bastión Frontal es un grupo de naturaleza fascista, que se aprovecha del sufrimiento de la clase obrera para crear odio y hacerle el camino más fácil al capitalismo, ya que fragmenta a la clase obrera desviando la mirada del verdadero problema: el sistema de mercado, y crea odio para legitimar las prácticas del capital fuera de occidente . ¡No caigamos en la falacia del obrerismo nacional!
Desde aquí, repudiamos la creación de este y otro grupo de naturaleza racista y fascista, dentro o fuera del ámbito nacional.
Antifascista anónimo.