No hay dogma que me ocupe
más de un día de debate
ni llanto que no curen
cuatro horas de lectura.
(Gata Cattana)

Con su recuerdo cada vez más escondido en la memoria y con su voz cada vez más tenue y alejada Ana Isabel García Llorente, Gata Cattana, regresa ante nuestros ojos para volver a inundar nuestras noches de lectura de escalofríos llenos de calma y sinrazón.
Como siempre, vuelve. Vuelve recordándonos que sí la verdad existe, esta es una mentira enmascarada. Vuelve dando ostias de tos los colores, haciéndonos repensar y replantear el mundo. Vuelve para hacernos peguntar aquello del porqué de este tinglao.
Vuelve con su forma, con su rebeldía y con su libertad, pero no vuelve ella. “No vine a ser carne” resucita por un momento el espíritu reivindicativo e indomable de Gata Cattana. Qué paradójico que al final su regreso sea a través del mercado y del consumo, ese mismo que nos ha robao el futuro.
Sin embargo, hoy nos servimos de ella, y no de su consumo. Hoy la hacemos yo por un momento y nos fundimos en sus versos y en sus manifiestos, nos hundimos en su idealismo y en su inconformismo, y juramos bandera ante un folio en blanco antes de que la maquinaria nos convierta en una derrota.
Decía Gata “Que mientras los medios sigan mintiendo, las calles seguirán hablando”. Así que aquí estamos, hablando, que ya es algo.