Más de 6.000 personas (en su mayoría menores de edad) han llegado en las últimas 24 horas a Ceuta. Se registran más de 2.700 devoluciones en caliente y al menos un migrante fallecido.
Hemos de decir, antes que nada, que estas palabras se escriben desde el privilegio de la blanquitud, desde el privilegio y el estatus que supone ser reconocidx como europex, desde el privilegio de no ser ni migrante ni racializadx. Desde el privilegio de no ser asesinadx, perseguidx, encarceladx y torturadx por el lugar de origen o el color de la piel. Conscientes del privilegio, no nos toca mirar ni juzgar al otro, sino mirarnos al espejo, asumir las responsabilidades que nos tocan, no como individuos (que también), sino como sociedad.
Qué es España, qué es Europa sino imperios que en nombre de la cultura occidental matan y esclavizan al que es llamado bárbaro. Las autoridades europeas, hipócritas, culpan a Marruecos o culpan a Turquía. Les dan igual las vidas, absolutamente igual. Lo que les importa es que esas vidas dejen de ser en suelo europeo. El dolor, el peligro, la vida, no existe si está no llama a las fronteras europeas. Da igual las razones del viaje. Da igual que el mismo país al que se llega, sea el que ha expoliado y destruido el lugar de partida. Vamos de dignos, de superiores, dando clases de humanidad, cuando somos los primeros en olvidarnos de ella.
Ahora, la culpa es de Marruecos, la culpa siempre es de la otredad. Dicen ahora que Marruecos no frena a los inmigrantes. ¿Eso es lo que les importa? Que sean los estados no europeos los que hagan el trabajo sucio… Que Marruecos ha cambiado su postura frente al control de la migración porque España ha acogido al dirigente del Frente Polisario. En algún momento deberíamos preguntarnos porqué “permitimos” complacientes a un estado colonizar al Sáhara a cambio de que dicho estado nos haga el trabajo sucio con la migración. En algún momento deberíamos preguntarnos por los detonantes de la migración, por los porqués de las fronteras. En algún momento deberíamos preguntarnos, y mirar hacia atrás y hacia el presente. Aunque no hace falta, si se quiere, irnos a siglos pasados, tan solo hace falta irnos más allá de Europa y ojear levemente quien corta el bacalao. Sorpresa: occidente y el capital.
Abajo los Estados. Abajo las fronteras, las jerarquías y las nacionalidades.
Que se derrumben las empresas y el capital que en nombre del beneficio expolian, asesinan y encierran.