
Se suele decir que en ocasiones de tanto estirar la cuerda, ésta, por las leyes naturales de la física, se acaba rompiendo. Da igual lo que hagamos, llega un momento en el que las hebras no dan más de si y terminan por romperse. Algunos, con miedo a la rotura, dejan de estirar en el ultimo momento, huyendo de la escena del crimen pese a ser culpables. Otros, sin embargo, más ambiciosos o menos tácticos, ausentes de la realidad consecuente, deciden seguir estirando la cuerda para luego sorprenderse ante el desenlace obvio, lógico y anunciado. La cuerda se ha roto, ¡Vaya, sorpresa!
Pero siguiendo con la física un tal Newton decía aquello de que a toda acción le corresponde una reacción igual en magnitud, pero en sentido contrario. Pues bien, si aplicamos este principio (corríjanme si quieren los físicos, los científicos sociales y cualquier ser pensante por este atrevimiento) al campo de la acción social no es de sorprender que ante la acción violenta del Estado se espere una reacción igual en magnitud pero en contra del Estado. Bien es cierto que la acción social no es una materialidad física y predecible, pero si no nos perdemos en los detalles del símil, comprendemos que ante una acción violenta lo propio a esperar es una reacción de la misma intensidad y en sentido contrario.
Son muchos, no sin "buenas" intenciones, los que ante una acción de tal o cual calibre siempre esperan la misma reacción: silencio. O, en el mejor de los casos, una contestación cabizbaja y calmada. Hablan como negando el desenlace anunciado, como si fuese posible romper la cuerda sin consecuencia alguna. Sin embargo, estos, (ínsito) no siempre con mala intención, no suelen estar en el otro extremo de la cuerda, ni si quiera piensan que este extremo exista, sino que se encuentran observantes y obedientes sentados del lado del que en un ataque de orgullo y tiranía tira de la cuerda hasta romperla para luego sorprenderse de la reacción.
Os han dado una paliza. Quejaos pero no seáis violentos. Os han disparado con munición real. Quejaos pero no seáis violentos. Os han encarcelado. Quejaos pero no seáis violentos. Os han explotado. Quejaos pero no seáis violentos. Os han robado, os han torturado, os han asesinado, os han humillado, os han convertido en sujeto de violencia. Quejaos pero no seáis violentos, porque la violencia, dicen, solo lleva a más violencia. Que curioso que la paz, el silencio y la claudicación tengan el mismo destino que dicen que tiene la violencia. Tan repetitivo como la violencia.
Cuando desde niño el Estado, la burguesía, el capital dice lo que es y no es violencia, y cuando se disculpa la violencia de ciertas personas (llámalas policías) en nombre del bien moral, es muy fácil no llamar violencia a la plusvalía, a la explotación laboral, a la especulación, a la dependencia material (biológica) al empresario, a la socavación de los derechos y bienes públicos, a la violencia ejercida desde las fuerzas del estado, a la venta de armas, a la desigualdad, a la marginación, al encierro. Ahora que lo pienso, creo que me equivoque utilizando a Newton, qué me disculpe, pues la reacción no es ni de lejos de igual intensidad a la acción.
Contenedores ardiendo, cristales de escaparates rotos. Violencia en el mejor de los casos, vandalismo en la mayoria. Si al meno los que tachan de ladrones a los que roban sin poder comprar tachasen de la misma condición a los que explotan sin querer pagar… No robres, compra. No tengo dinero, trabaja. Ya trabajo, trabaja más. Jodido robo la propiedad, decía más educadamente Prudhon; jodido robo la plusvalía, decía más educadamente Marx; Jodido robo la redistribución, decía más faltosamente la patronal.
Siempre se le puede dar la vuelta a la tortilla… siempre. Quizá ese sea parte del problema. Pero los huevos seguirán habiendo sido recogidos por los campesinos, las sartenes fabricadas por los obreros, la energía producida por los mineros y las facturas y los beneficios cobrados por los empresarios. Llama robo a lo que es justica, justicia a lo que es robo y sorprendente ante la abundancia de justicia y la ausencia de robo. Llama violencia a lo que es defensa, defensa a lo que es violencia y sorpréndete ante la abundancia de ambas.
Sin pan, no habrá paz. Sin justicia, con robo, con violencia no habrá paz. Se quejan de las barricadas, no de las de placa en pecho, escudo en mano y arma en cinturón, sino de la de contenedores en el suelo, piedras en la mano y esperanza de justicia en el corazón. Los piquetes de la patronal, uniformados, armados, legitimados por el Estado en contra de los piquetes de los sin nada, de los escoria, de los “trabaja más” o “gasta menos”, en definitiva, de los productores sin producción. Falsa conciencia, alineamiento con el interés del que te explota. Hegemonía. Estupidez aprehendida, conciencia malgastada.
Quizá seamos demasiado pacifistas como para defender la paz ante la violencia, pero poco parecen, y poco son, los contenedores quemados ante las personas asesinadas, torturadas y encerradas. Llama a esto apología, llama a esto injuria, llámalo violencia, llámalo robo, llámalo mentira. llámalo como quieras, pero los huevos seguirán siendo recogidos por los campesinos, y las facturas cobradas por los empresarios hasta que empieces a llamarlo defensa, justicia, distribución…