En solidaridad con las compañeras del Era y la población afgana

“La Guerra contra el Terror, como la Guerra Fría antes que ella, ha obligado a poblaciones enteras a elegir entre binarios mutuamente indeseables, haciendo difícil imaginar cualquier alternativa a la elección entre los imperios capitalistas globales y el autoritarismo doméstico.” Estas palabras del Grupo Anarquista Higinio Carrocera retratan el sentir de los internacionalistas a lo largo de este vasto y devastado mundo. La lucha contra cualquier forma de opresión nos obliga a gritar desencantados ante la tiranía fundamentalista del gobierno talibán, pero también, y no con menos fuerza, nos obliga a contestar ante la tiranía soberbia del imperialismo capitalista. No es que busquemos la equidistancia, es que no creemos en la reparación de un mal con males mayores. `Por el contrario, creemos en la revolución. Ninguna libertad, por muy duradera que se nombre, puede nacer de la autoridad asesina de un imperio que busca la protección de sus centros económicos (ya ni siquiera, de su población). Ninguna justicia, por muy infinita que se aprecie, puede dejar en su camino la destrucción de la población que dice estar a salvando. No entraremos en grandes explicaciones históricas: no es la intención de estas palabras. Tampoco dibujaremos complejas explicaciones geopolíticas: no tenemos los conocimientos para hacerlo. Si hoy se escriben estas líneas es para no guardar silencio ante las opresiones y las barbaries.
Hoy Kabul ha sido conquistada, y “el peligro para las vidas anarquistas ha llegado a su punto máximo”. No obstante, Kabul lleva conquistada muchos años. Ni lo de hoy libera, ni lo de ayer se llamaba libertad. Es cierto que las condiciones de muchos compañeros y compañeras van a empeorar, desgraciadamente esto es un hecho. Pero no por ello podemos idealizar una situación que es igual de opresiva. Si algo buscamos las anarquistas es la libertad colectiva, la libertad social y revolucionaria. Las ideas de la libertad individual con las que se envuelve y justifica occidente para invadir y expoliar territorios nada tienen que ver con nosotros, pues nosotras somos socialistas, es decir, creemos en la libertad colectiva, no en las libertades individuales.
Nada tienen que ver con nuestro pensamiento las idealizaciones de un régimen que transforma las lapidaciones en explotación y dependencia. Nada tiene que ver con nuestras ideas la cesión de nuestra fuerza de trabajo en aras del disfrute individual de unas recortadas y falsas libertades. La libertad, decimos, no se encuentra en ser explotadas por unos opresores distintos a los ya conocidos. El fin de la explotación, decimos, no es excluyente, y no debería serlo, de las libertades sexuales y de género pues todas estas libertades son colectivas y están relacionadas . No caigamos en mentiras ni en engaños. No creamos que la libertad se encuentra en la imposición de un régimen imperialista. No creamos que la libertad se encuentra en la imposición de un régimen teocrático. La libertad, decimos, se encuentra en la oposición ante cualquier forma de opresión y en la conquista de toda forma colectiva de libertad.
Recordemos en este instante, y sin elogios, las palabras del teórico Mijaíl Bakunin, quien dice: “Solo soy libre cuando todos los seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, también son libres. La libertad del otro, lejos de construir un límite o la negación de mi propia libertad es, por el contrario, su condición necesaria, su confirmación. Mi libertad personal, confirmada así por la libertad de todo el mundo, se extiende hasta el infinito”. Ni el imperialismo, ni el fundamentalismo, extenderán hasta el infinito la libertad. Y, si acaso algo extienden estos régimenes hasta esos límites es el sufrimiento y el enfrentamiento entre los pueblos oprimidos. ¿De qué nos sirve, al fin, la libertad de amar, sino gozamos de la condición de no estar explotados? ¿De qué nos sirve, al fin, la abolición de las clases sino gozamos del placer de amar? Nos hacemos estas preguntas incluso cuando el imperialismo no nos deja amar, e incluso cuando el fundamentalismo no nos libera de las cadenas de la producción capitalista. ¿Existirán alternativas en las que ninguna libertad tenga que cederse en nombre de otra?
Ahora las compañeras afganas se enfrentan a la opresión de los talibanes. Una opresión que constituye una amenaza segura y fatal para las luchas del pueblo afgano por la libertad. Es en estos momentos cuando la lucha revolucionaria por la transformación total de la sociedad afgana es más necesaria que nunca, pero, también, de hoy en adelante, esta lucha va a ser, como lo era en otros tiempos, perseguida y castigada. La represión y la persecución va a aumentar, pero las razones para la conquista de la libertad también han aumentado. Os mandamos fuerza, pues sin vuestra libertad, la nuestra es inexistente. Os mandamos solidaridad, pues frente al enfrentamiento de los pueblos, necesitamos del internacionalismo.
Por la abolición de la sociedad de clases.
Por la abolición de las tiranías.
Por la libertad de todos los pueblos.
Puedes apoyar a las compañeras anarquistas de Afganistán aquí.